El silencio tiene muchas caras.
A veces, puede ser tu mejor amigo, y otras, tu peor amigo.
Tanto como existen los silencios llevadores, de reflexión y sanadores, igual existen los silencios sofocantes, incómodos y hasta dolorosos.
El silencio a veces huele a viejo, a sudor frío, es extraño y depende del humor que tengas.
De vez en cuando es bueno, te da paz, te da la libertad de la tranquilidad. Pero no siempre sucede así, ya que tanto como me gusta escuchar el silencio cuando disfruto de estar sola, hay veces que aquel silencio me sofoca, y sufro de mi soledad.
En pocas palabras, el silencio puede ser valorado o despreciado, y la mayor parte del tiempo, no sabemos apreciarlo.
